SE CUMPLEN 8 AÑOS DEL FEMICIDIO DE LOLA CHOMNALEZ
Cuando ya han transcurrido ocho años del femicidio de Lola Chomnalez, permanecen muchas dudas sobre el trágico crimen de la joven argentina de 15 años que fue asesinada el 28 de diciembre de 2014 en Barra de Valizas, una tranquila playa de Uruguay. Sin embargo, de acuerdo a revelaciones de los últimos tiempos, la causa parece tomar el rumbo de un posible esclarecimiento.
Cuando todo parecía estar estancado, apareció en mayo de 2022 un nuevo detenido que podría ser la clave del homicidio. Se trata de Leonardo David Sena, cuya sangre apareció en las pertenencias de la víctima. El sospechoso brindó una coartada que luego fue derribada y fue procesado por homicidio muy especialmente agravado por alevosía.
La única prueba real es el ADN que se encontró en los restos de sangre que había en la mochila y en el DNI de Lola. En una primera instancia, en Uruguay se había cotejado esa muestra con el banco de datos del Registro Nacional de Huellas, que integran todas las personas con antecedentes penales, pero el resultado fue negativo.
Sin embargo, en mayo de 2022, cuando la causa estaba estancada, todo cambió. Natalia Sandberg, que se encarga desde hace 15 años del Registro Nacional de Huellas Genéticas de la Dirección Nacional de Policía Científica del Ministerio del Interior de Uruguay, encontró la manera para destrabar el caso.
Separó la línea paterna de la materna en la composición de esa muestra de ADN. Fue entonces que encontró coincidencias con un hombre que estaba tras las rejas por otra causa. Lo extraño fue que sólo coincidía su línea materna. Tras abrir una investigación, descubrieron que ese preso era medio hermano de la persona que había dejado su sangre en las pertenencias de Lola.
Poco a poco, cerraron el círculo hasta que se enfocaron en Leonardo David Sena, que tenía antecedentes por lesiones personales y por violación en 2003 y 2009, respectivamente. Es decir, antes de que se creara el Registro Nacional de Huellas Genéticas en 2012.
No sabían dónde se encontraba Sena, pero las casualidades del destino jugaron a favor de la Policía. El sospechoso denunció esa semana haber sido víctima de un robo en la ciudad de Chuy, en la frontera con Brasil. Con esa información, hicieron un allanamiento en su vivienda y quedó detenido. Aunque se negó a hacerse una prueba de ADN, los agentes se llevaron un cepillo de dientes de su casa: el resultado coincidió con la sangre encontrada en la mochila y el documento de Lola.