Los televisores con pantalla plana tuvieron una tecnología que impulso su inicio: el plasma. Esta alternativa fue la que muchas marcas usaron por un largo tiempo, pero en el año 2014 se descartó por varios motivos para darle paso a los TV LCD, LED y actualmente opciones de mayor calidad como QLED y OLED.
Cuando empezaron a llegar otras tecnologías, los fabricantes identificaron que habían otras opciones más económicas de implementar en los dispositivos, lo que abría las puertas a más mercados y usuarios.
Los televisores de este tipo tenían pequeñas bolsas de gas que emitían luz cuando se cargaban con electricidad. Gran parte de esa luz era ultravioleta, pero al golpear con células de fósforo se producía el color.
Otro beneficio es que contaban con una alta tasa de respuesta frente a las peticiones del usuario con el control y buenos ángulos de visión para acomodarlos en diferentes lugares de la habitación.
Sin embargo,el consumo de energía y de calor fueron puntos claves en su desaparición. Los fabricantes debían incluir muchos ventiladores internos para mantener fresco su funcionamiento y eso aumentaba su precio, además los hacía más pesados y más gruesos.
Por su funcionamiento, eran susceptibles a sufrir quemado de pantalla, es decir, que quedaba una sobra cuando se mostraban imágenes estáticas por mucho tiempo.
Así fue como esta tecnología no pudo competir con el avance y sus puntos negativos fueron solucionados por otras alternativas, que representaban una menor inversión para las marcas y permitía bajar los precios para llegar a más usuarios.
Actualmente, los televisores OLED son los más parecidos a los plasma, ya que sus píxeles se pueden apagar y encender de forma independiente, lo que permite mayor calidad en el contraste, también cuentan con buenos ángulos de visión, alta resolución, tienen un tiempo de respuesta rápido e incluso heredaron los problemas de quemado de imagen..
Fuente: Infobae