El 6 de agosto de 1945, hace 76 años atrás, un avión de la fuerza aérea estadounidense dejó caer sobre Hiroshima, al sur de Japón, la primera bomba atómica de la historia. Se cree que entre 50.000 y 100.000 personas murieron el día de la explosión, en tanto otras setenta mil fueron muriendo en los días y las semanas siguientes, por los efectos de la radiación.
El hecho que marcó un antes y un después en la historia mundial ocurrió en 1945 y se enmarca en uno de los mayores escenarios de la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y Japón llevaban cuatro años enfrentados en la Guerra del Pacífico.
El 26 de julio de ese año el presidente de EE.UU., Harry Truman, había lanzado un ultimátum contra los japoneses, a quienes les exigía una “rendición incondicional”, de lo contrario, les esperaba “una destrucción rápida y absoluta”.
Aunque la advertencia no expresaba el uso de bombas nucleares, sin embargo, eran parte del arsenal que EE.UU. tenía listo como parte de su estrategia para zanjar el conflicto.
El 16 de julio EE.UU. había ensayado con éxito la bomba Trinity, la primera arma nuclear que se detonaba en el mundo. Así fue que el primer blanco elegido fue Hiroshima. La ciudad no había sido bombardeada antes, así que era un lugar propicio para notar los efectos de la bomba. Además, era la sede de una base militar.
El 6 de agosto el Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul Tibbets, sobrevolaba Hiroshima a unos 9,5 km de altura cuando liberó la bomba Little Boy, que explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo. “A las 8:14 era un día soleado, a las 8:15 era un infierno”, describe en un documental del canal Discovery Kathleen Sullivan, directora de Hibakusha Stories, una organización que recopila testimonios de sobrevivientes de las bombas.
La bomba liberó un hongo nuclear que ascendió 16 kilómetros por la atmósfera. Abajo, en la ciudad, la onda explosiva elevó la temperatura a 1 millón de grados centígrados. La explosión se sintió a más de 60 km de distancia: dos tercios de los edificios de la ciudad, unos 60.000, quedaron reducidos a escombros. El intenso calor produjo incendios que durante tres días devoraron un área de 7 kilómetros alrededor de la zona cero.
De acuerdo con testimonios recogidos por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), lo primero que vio la gente al caer las bombas fue una “intensa bola de fuego”.
No existen cifras definitivas de cuántas personas murieron a causa de los bombardeos, ya sea por la explosión inmediata o en los meses siguientes debido a las heridas y los efectos de la radiación. Los cálculos más conservadores estiman que para diciembre de 1945 unas 110.000 personas habían muerto en ambas ciudades. Otros estudios afirman que la cifra total de víctimas, a finales de ese año, pudo ser más de 210.000.
Finalmente, el 14 de agosto de 1945, Japón firmó el Acta de Rendición que le pedía Estados Unidos, marcando el final de una guerra de seis años, iniciada por la Alemania nazi con la invasión de Polonia. El 25 de mayo de 2016, el expresidente Barack Obama se convirtió en el primer mandatario estadounidense que visitó Japón, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.